jueves, 26 de septiembre de 2013

Femmes et animaux, créatures sans droits (I): maîtresse de maison.

"Las mujeres son hechas para estar en casa, no para andar vagando. Sus gustos han de ser los de sus maridos, participados, no propios. El llevarlas a las fiestas mueve tal vez al que las ve, si son feas, a desprecios; si hermosas, a concupiscencia". Quevedo. 
"El arte es ajeno al espíritu de las mujeres pues esas cosas sólo pueden realizarse con mucho talento, cualidad casi siempre rara en ellas". Boccaccio. 
"El poder de la mujer es para gobernar, no para combatir, y su dulce intelecto no está dotado para la invención ni la creación, sino para la grata ordenación, organización y disposición [...].Ésa es la verdadera naturaleza del hogar: es la sede de la Paz, y el refugio, no sólo contra cualquier tipo de agresión, sino contra todo terror, duda o división". Anónimo. 


Mujeres, derechos y poder en la sociedad victoriana no eran especialmente compatibles, de hecho hasta hace relativamente poco, derechos y poder eran palabras que no se llegaban a encontrar del todo en la condición de una mujer. 
Como ya bien conocemos el papel de la mujer a lo largo de la historia por medio del hombre, yo quiero darle otro punto de vista, otra mirada; contada por ellas mismas.
"Las mujeres viven como murciélagos o lechuzas; trabajan como bestias; y mueren como gusanos" Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle. 

 
















La casa era su lugar, su espacio, estaba destinada a ella y debía darse completamente en cuerpo y alma a ella. Durante el siglo XIX se llevó a cabo una reforma con la finalidad de la emancipación de la mujer pero ante esto, tanto la iglesia como diversas disciplinas científicas abogaban por derrocar este principio señalando el papel sumiso y recatado de la mujer. Estaba a merced y dependencia total de su esposo, incluso antes de llegar al matrimonio estaba supeditada a su familia o a su hermano o al familiar más cercano, principalmente varón. 
Encerrada en un mundo de lo privado, en el hogar la mujer tenía diversos cometidos como "ama de la casa" entre los que se encontraban: tener la casa ordenada, limpia a disposición de su esposo; debía de atender tanto el cuidado de los niños como de su aprendizaje, si no contaba con una institutriz y entre otras obligaciones, controlar el servicio, a los sirvientes y criados que trabajaban durante horas en el cuidado de la casa, para que estos tuviesen una buena conducta, laboriosidad y limpieza.















Bajo toda esta relegación, la mujer no permanecía impasible, ha habido muchas a lo largo de los siglos que han querido ver más allá de las paredes que la rodeaban y de las normas impuestas. Tal es el caso de las autoras Hildegarda de Bingen, Cristina de Pisan, Anna Sewell y pintoras como Sofonisba Anguissola, Artemisia Gentileschi, Emily Mary Osborn, Vigée-Lebrun, Rosa Bonheur, etc. 
Todas ellas desafiaron su condición de obedientes y sumisas, adoptando un papel que no les era de su naturaleza. Por ello fueron castigadas, despreciadas y minusvaloradas. Durante este periodo victoriano se tenía la creencia de que pasar mucho rato estudiando o leyendo disminuía la feminidad de la mujer, al igual que contemplar modelos desnudos en pintura llevaba a la excitación y exaltación de las pasiones. Incluso se llegaba a dudar de si la mujer realmente tenía capacidad para aprender y opinar o si podría llegar ha realizar una gran obra de arte equiparable a la realizada por un varón con conocimientos.


"El nombre de una mujer pintora hace que las personas tengan dudas hasta que han visto la obra" Artemisia Gentileschi.
Su castidad y delicada virginidad eran virtudes que no podían perder, el ideal de feminidad victoriana considerada estos valores como los propios de la mujer, por lo que si en algún momento eran violados, eran estigmatizadas y consideradas mujeres descarriadas; muchas de estas mujeres señaladas eran simples trabajadoras, inmigrantes, pintoras, radicales sociales o solteras, que rompían con la moral establecida y la ideología del momento. 

Querían llegar a ser algo más de lo que su condición les indicaba, dejar de ser invisibles. Demostrar que ellas también podrían ser artistas, escritoras, trabajadoras y dueñas de su vida.  




"Os aseguro que alguien se acordará de nosotras en el futuro" Safo de Lesbos.


Fuentes: CHADWICK, W., Mujer, arte y sociedad. Barcelona, Destino, 1992. CASO, A., Las olvidadas. Barcelona, Planeta, 2008.