miércoles, 28 de agosto de 2013

Art et Nature éphémère

La irrupción, la incoherencia, la sorpresa
son las condiciones habituales de nuestra vida.
Se han convertido incluso en necesidades reales
para muchas personas, cuyas mentes sólo se
alimentan […] de cambios súbitos y de estímulos
permanentemente renovados […] Ya no toleramos
que nada dure. Ya no sabemos cómo hacer
para lograr que el aburrimiento dé fruto. Entonces,
todo el tema se reduce a esta pregunta:
¿la mente humana puede dominar lo que la mente
humana ha creado?
Paul Valéry

Vanitas vanitatum et omnia vanitas.


 Todo es vanidad, todo acaba siendo efímero. La naturaleza va apoderándose de todo a su paso, no atiende a súplicas o plegarias, tampoco de riqueza o belleza. Solo se rige por el tiempo, la muerte es su dueña. Todo tiene su fin, su olvido y nada es perdurable, ni si quiera una obra de arte puede burlar a la muerte.
Vivimos en un presente eterno en el que no existe la muerte, ni el fin de nuestra existencia, la muerte es para nosotros un mero recuerdo que borramos con nuestras ocupaciones en el presente. La obviamos a toda costa y la rehuimos, le pedimos que nunca jamás nos visite, que no nos atormente e incluso a veces, tan osados somos que nos reímos de ella. 

 Cuando muestra su presencia, la muerte desgarradora, descompone todo a su paso, arrebatando la vida, belleza y humanidad existentes. Una vez que ya ha cumplido su cometido se dispone a buscar su próxima víctima, y entonces es la naturaleza la que interviene, tomando como suyo todo lo que la mano del hombre le había arrebatado. 

 En este caso no es la vida humana, sino el arte. Aquello creado por el hombre para ser inmutable al paso del tiempo, donde el concepto de lo efímero era casi impensable podérselo aplicar.


 La autora estadounidense, Valerie Hegarty, altera el concepto de obra de arte. Coge paisajes, retratos y bodegones, todos ellos géneros muy empleados por los artistas y los desgarra, quema, acuchilla y finalmente los destroza. Quedando de esta forma algo irreconocible. 
No se sirve de técnicas habituales, no crea, sino que, en este caso destruye. En muchas ocasiones estas descomposiciones las incluye en un escenario, compuesto por elementos propios de la naturaleza; son pequeños paisajes integrados dentro de un contexto museístico. 
Muchas de sus obras vuelven a su estado original; la madera de los marcos se va transformando en ramas, en las que incluso a veces, brotan de ellas pequeñas hojas y flores. Los pájarovuelven a establecer su hogar en torno a ellas. La naturaleza vuelve a tomar lo que es suyo. Pero entonces ¿Dónde se encuentra ahora la obra de arte? ¿Existe realmente?
Podríamos decir que aún permanece, que existe, aunque no como tal. Lo que aquí encontramos es una idea distinta de arte. Los juicios tradicionales que teníamos sobre la obra de arte han ido cambiando hasta tal punto de que, como nos muestra Valerie, ya no existen. El concepto de obra tradicional ha muerto. 

 La artista de esta forma le otorga un significado al arte quizás aun desconocido: la vuelta a la naturaleza, ha su estado de origen. En sus obras se encuentra la lucha del hombre por civilizar la naturaleza, por hacerla suya. La naturaleza está en guerra contra la humanidad. 
 Así, Valerie quiere devolverle a la naturaleza el poder que tenía, quiere darle un papel importante y primordial que ya había perdido. Por medio de la descomposición y destrucción nos enfrenta con la muerte, nos deja cara a cara con ella de una forma desgarradora.  Junto a todo ello, también aporta una nueva idea: la muerte del arte también es posible.


lunes, 12 de agosto de 2013

Art et Nature: Peinture avec la sable.

Jugando con la arena, el mar y yo estábamos una tarde. 
Yo dibujaba grandes elipses y círculos infinitos, mientras mi gran compañero los iba borrando a su paso. 
Yo creaba y él destruía. 
Hasta que al final de la tarde, no quedó nada; todo aquel juego únicamente seguiría grabado en nuestra mente como un mero recuerdo. 


Una variante del Land Art muy conocida es la llamada Sand painting, como otras muchas se caracteriza por su carácter efímero. Nos propone un juego entre el mar y nosotros, ¿Quién no ha jugado de pequeño a dibujar en la arena antes de que llegase la marea? Con una pluma, un rastrillo o una piedra, escribíamos una frase o trazábamos y esbozábamos nuestros pensamientos.
Esta nueva forma artística, nos trae la ya olvidada práctica de pintar en la arena propia de nuestra infancia. Ahora nos la presenta el artista británico Tony Plant, que entre otras muchas obras, se dedica a realizar Sand painting. Con su enorme rastrillo, mientras camina, va peinando y dibujando poco a poco la arena. Recorre la playa y deja su huella, que más tarde el caprichoso mar se la llevará a su paso. 

Espirales, elipses, círculos, combinados de muy diversas formas, quedan congelados en un instante en nuestras instantáneas cámaras fotográficas, para ser luego atraídos y borrados por la marea. Sólo nos queda el recuerdo digital o en papel de lo que una vez fue. El mar renace en cada pasada la superficie, que vuelve a convertirse en un campo de arena virgen para ser de nuevo dibujado. 
“Soy un pintor y realizo mi trabajo en soportes poco tradicionales. Los espectadores se encuentran mis obras por casualidad. Pasan por ellas y normalmente no vuelven a verlas”.
  “¿Y por qué no debería elegir un sitio como la playa sabiendo que el trabajo va a ser muy efímero? Creo que dibujar en soportes más tradicionales no garantiza que tu obra dure más. Nada dura para siempre. Las cosas cambian y se transforman siempre. Tengo 50 años y he llegado a la conclusión de que lo interesante no es la obra, sino el proceso creativo. A veces, ni siquiera me da tiempo a ver la obra terminada: la marea se lo lleva antes de que tenga tiempo de subirme a una loma para ver cómo ha quedado el resultado”.
Tony Plant          


Pocas personas son testigos de sus obras, solo el mar y él saben de su existencia. Principio creador y final destructor. 



martes, 6 de agosto de 2013

La Nature et la Pensée (II)

"Hay quien no camina nada; otros, lo hacen por carretera; unos pocos, atraviesan fincas. Las carreteras se han hecho para los caballos y los hombres de negocios. Yo viajo por ellas relativamente poco, porque no tengo prisa en llegar a ninguna venta, tienda, cuadra de alquiler o almacén al que lleven. Soy buen caballo de viaje, pero no por carretera. El paisajista, para indicar una carretera, usa figuras humanas. La mía no podría utilizarla. Yo me adentro en la Naturaleza, como lo hicieron los profetas y los poetas antiguos, Manu, Moisés, Homero, Chaucer."
"¿Qué sería de la vida humana sin bosques, sin esas ciudades naturales?"
 El bosque, el paisaje, nos dicen mucho más de lo que a simple vista podemos llegar a ver. El hombre de hoy, del siglo XXI se encuentra inmerso en la prisa, la fugacidad de las cosas y la inmediatez con la que vivimos cada día. Todo pasa ante nuestros ojos muy rápidamente; el día, la noche y siempre nos falta tiempo. Pasear no entra dentro de nuestros planes, de hecho, incluso a veces algo tan natural como es caminar lo convertimos en algo inusual, excepcional e incluso extraño. Pasear hoy es diferente, pocas veces lo realizamos en soledad; y es que el hombre de la gran ciudad tiende a escapar de ella, tiene miedo a enfrentarse consigo mismo, no se conoce, no sabe quién es. 
 La Naturaleza es el gran enigma del hombre, es aquella inmensidad que nunca podrá apropiarse, pero que, aun así mantiene una dura batalla por conquistarla, por sacar el máximo provecho de ella para beneficio propio, sin reparar en consecuencias, ni en daños. 
Thoreau nos muestra como existe otra forma de ver la Naturaleza y de vivirla, en pura consonancia con ella; nosotros solos ante nuestros pasos, ante el inmenso bosque o el fluido arroyo.
"Las fronteras no son el este o el oeste, el norte o el sur, sino allí donde el hombre se enfrenta a un hecho."
 Al igual que Thoreau la corriente artística llamada Land Art, surgida desde finales de los sesenta hasta la actualidad, comparte la idea y las reflexiones de que la naturaleza es un espacio hacia el cual volver la mirada y con el que establecer una nueva relación. El campo de estudio del Land Art es la propia naturaleza, el paisaje se convierte en acción y llega a ser un híbrido entre escultura y arquitectura. Su nuevo campo de estudio artístico es la montaña, el desierto, el frondoso bosque o incluso el propio cielo. Los autores pretenden manifestar un distanciamiento y desvincularse de la gran ciudad industrial capitalista, para dirigirse hacia un espacio poco habitado por el hombre. 
"Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido."
 En sus obras vemos la mínima intervención del propio artista, usando materiales que se encuentran en el entorno, aquellos ofrecidos por la naturaleza. Prima el concepto de lo efímero, de la acción; por lo que el tiempo se convierte en una condición básica.
 Muchas de las obras Land Art están concebidas para ser instantáneas, perecederas; como un espiral en el aire o unos dibujos en la arena. Lo importante no es la obra en sí, sino la acción y el discurso que nos lleva a esa idea.  
 Cada artista enfoca su proceso artístico de distinta forma, aunque comparten la idea de establecer una estrecha relación entre artista-obra-espectador. 
 Tanto Thoreau como el Land Art nos muestran una nueva conexión con la Naturaleza, una forma de conocerla y explorarla como nunca antes la habíamos vivido.
"Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir."